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Cada 18 de Julio el mismo recuerdo, la misma sensación.
A las 9:53 de aquella fecha en el año 1994 explotaba una bomba en la Asociación Mutual Israelita Argentina (https://es.wikipedia.org/wiki/Atentado_a_la_AMIA), que junto al Atentado a la Embajada de Israel (https://es.wikipedia.org/wiki/Atentado_a_la_embajada_de_Israel_en_Argentina) ocurrido dos años antes traía a los argentinos una sensación amarga, de desamparo, de vulnerabilidad, de terror.
No era un atentado a una asociación, a una religión o a un grupo de personas. Era un atentado al país. A la república Argentina.
Y lo que vino después empeoró todo.
Demostró la fragilidad de las fuerzas de seguridad, de los organismos de inteligencia y del poder Judicial.
Este año también debemos recordar que sorpresivamente un día antes de defender ante el Congreso de la Nación la denuncia hacia la presidente Cristina Kirchner y otros funcionarios del gobierno como cómplices de encubrimiento por el pacto con Irán apareció muerto el Fiscal Alberto Nisman.
El terror aún sigue en todos los argentinos, es una herida abierta.
Memoria.
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